Buen día, te comparto la sugerencia de trabajo interno para el hoy.
Utilizaremos la energía del día para revisar las cinco heridas que impiden ser uno mismo; parte VI y final.
Para quienes preguntaron por mayor información sobre el tema; este ciclo de trabajo interno estuvo inspirado en el libro LAS 5 HERIDAS QUE IMPIDEN SER UNO MISMO, de Lise Burbeau.
Reconocer nuestra limitación humana es el primer paso en el proceso de sanación. Si nos cuesta identificar nuestras heridas es porque nos ocultamos tras una máscara, que se construyó para no ver ni sentir esa herida. Con humildad y sinceridad cada quien puede reconocer sus heridas y sus máscaras.
La herida de la INJUSTICIA y la máscara de la RIGIDEZ.
Sufrimos de la herida de injusticia cuando sentimos que no somos apreciados por nuestro verdadero valor, cuando no nos sentimos respetados o cuando creemos que no recibimos lo que merecemos. También sufre esta herida quien cree que recibe más de lo que se merece.

La herida se activa con el padre del mismo sexo. Si sentíamos que ese padre no expresaba sus sentimientos con nosotros, sufrimos una relación “fría” y superficial con el/ella, lo cual nos limita a podernos expresar y ser nosotros mismos. Si el padre del mismo sexo era además autoritario, crítico y estricto, la herida es mayor. De pequeño quien tiene esa herida siente que es más apreciado por lo que hace que por lo que es.
La reacción de la persona que sufre la herida es disociarse de sus sentimientos, como forma de sentirse protegidos y no vulnerables. Para ese fin construyen la máscara de la rigidez. Físicamente van todo rectos, como si su cuerpo fuera “perfecto”. En el fondo son injustos a sí mismos, pues no se permiten expresar sus verdaderos sentimientos.
Los rígidos son gente muy sensible, pero esconden su sensibilidad, actuando como si nada les tocara sus sentimientos. A los ojos de los demás parecen fríos e insensibles, aunque ellos piensan que son los más sensibles y cariñosos del mundo. Temen la frialdad en los demás y en sí mismos. No pueden aceptar ser fríos pues significa no tener corazón, y eso equivale a ser injusto. Por eso para ellos es tan importante sentir que son “buenas personas” y “buenas en lo que hacen”. Ellos se consideran “perfectos” en primer lugar, y “cálidos” en segundo lugar”.
Los rígidos buscan la justicia por encima de todo. Son perfeccionistas y creen que hacer o decir las cosas a la perfección es justo. Hacen bien las cosas, y de forma rápida. Quieren hacerlo todo para evitar problemas, y si alguna vez tienen algun problema prefieren decir que “todo va bien” para no sentir el sufrimiento. Son muy optimistas. Parecen imperturbables.
Son muy dinámicos, aunque sus movimientos muestran poca flexibilidad, mostrando que están algo cerrados. No les gusta la autoridad, porque para ellos la autoridad siempre tiene “razón”. Para ellos, el merecer las cosas es muy importante. Difícilmente aceptan regalos “sin haberlos merecido” por su esfuerzo. Harán saber a los demás lo que han hecho o están haciendo para mostrarles que son merecedores de su reconocimiento.
Cuando piden explicaciones, los rígidos quieren que todos los detalles sean exactos. Pero cuando ellos tienen que explicar algo, suelen exagerar fácilmente. A menudo utilizan las palabras: siempre, nunca, mucho. No se dan cuenta que exagerar los datos no es ser justo. Cuando les preguntas cómo están, rápidamente te contestarán “muy bien!” para no tomarse el tiempo de sentir cómo están.
La religión tiene un impacto grande en los rígidos. Para ellos el concepto de “bien” y “mal”, “correcto” o “incorrecto” pesa mucho. Por eso tienen mucho miedo a cometer errores. Se exigen mucho a sí mismos, les gustaría tenerlo todo solucionado al instante, son muy impacientes y críticos consigo mismos. Casi nunca están satisfechos por lo que hacen, y eso les drena energía. Por eso sus cuerpos suelen ser delgados. Se comparan con los que consideran que son “más perfectos”, y eso es algo injusto que se hacen a sí mismos. Es una forma de rechazar su ser. Normalmente de pequeños se sintieron comparados con sus hermanos.
Suelen tener problemas de visión, porque es muy difícil para ellos ver que han tomado decisiones poco acertadas o que tienen una percepción mala de una situación. Prefieren no ver nada que sea “imperfecto”, pues así no sufren. Prefieren utilizar la expresión: “no lo veo del todo claro”.
Se sienten culpables si no están haciendo nada mientras otro está trabajando. Lo viven como una injusticia. Para el rígido es difícil conocer y respetar sus propios límites. Se imponen obligaciones aunque no sean coherentes con sus necesidades. Si se permitieran sentir más se harían un favor.
Encuentran injusto tener más privilegios que los demás. Por eso, muchos se sabotean a recibir, otros se centran en aquello que quejarse (y así olvidar sus privilegios) y otros creen que tienen que dar a los demás para ser justos.
Pueden intervenir en una situación si ven que no es justa. Les gusta que todo esté en su sitio, ordenado. Su sistema nervioso está sobreexcitado porque se exigen la perfección, aunque a los demás les parezca gente tranquila (debido a su auto-control). La emoción más común es el enfado, sobretodo hacia ellos mismos, por no alcanzar sus ideales de perfeccionismo. Deben vigilar su hígado si reprimen mucho el enfado. Normalmente quieren dar una “segunda oportunidad” a las personas porque creen que es justo. Si son muy rígidos, no verán su propio enfado y suavizarán la situación excusando a la otra persona.
Los rígidos tienen dificultades en dejarse ir y sentir placer sexual. Les cuesta expresar su ternura. Son sin embargo, los de apariencia más sexy. Cuando se encuentran en una situación emotiva (cumpleaños por ejemplo), tienen dificultad en controlarse.
*¿Eres capaz de identificar esta herida en tu vida?
EJERCICIO DE ATENCIÓN PLENA: Respiro siete veces profunda, suave y conscientemente; disfruto de mi silencio y coopero con mis sentidos para sincronizarme con mi sabiduría interna y darme cuenta que las heridas que no soy capaz de hacerlas consciente se manifiestan en mi vida como destino.
Ejercicio consciente: Toma 30 minutos para ti.
Si reconozco esta herida en mí, puedo sanarla empezando por reconocer cuando soy injusto con los demás y conmigo mismo. Si siento vergüenza, es señal que no soy justo conmigo (ni con los demás).
El niño(a) que se siente rechazado, quiere llegar a ser perfecto, pues tal y como es ahora, no es digno de existir. Cuando pasan los años y el niño siente que su padre del mismo sexo le ama más, lo consideran injusto. Deciden entonces auto-controlarse, exigirse más para así no ser rechazados. Así crean la máscara de rigidez. Se apartan de sus sentimientos para no sentir el dolor del rechazo.
Una vez la herida está sanada, detrás de esa máscara de retraimiento se encuentran personas:
– Dotados para lo creativo, muy dinámicos y entusiastas.
– Capaces de simplificar, explicar claramente y enseñar.
– Sensibles y conocedores de lo que los otros sienten.
– Saben encontrar la persona adecuada para hacer trabajos específicos.
– Pueden manejar situaciones difíciles.
Aquí y ahora aprendo a tomarme tiempo para reconocer mis limitaciones humanas como un primer paso en mi proceso de sanación.
Excelente propuesta de trabajo. Gracias…